miércoles, 22 de diciembre de 2010

Novena de aguinaldos Día octavo


Familia:
Burbano Delgado y Daniela

Musica:
Tutaina. Los Peces En El Rio.

Oración a la Santísima Virgen
 (Para todos los días)
Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. (Se reza nueve veces el Avemaría)

Oración a San José
¡Oh Santísimo San José! Esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén. (Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria).

Oración al Niño Jesús
 (para todos los días)
 Acordaos ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijisteis a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Vos ¡Oh Jesús, que sois la misma verdad! Venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concedednos, por los méritos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Día octavo
Consideración

Llegan a Belén José y María buscando hospedaje en los mesones, pero no encuentran, ya por hallarse todos ocupados, ya porque se les deshace a causa de su pobreza. Empero, nada puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios.

Si José experimentaba tristeza cuando era rechazado de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreíase también con santa tranquilidad cuando fijaba la mirada en su casta esposa. El ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos era una dulce melodía para sus oídos.

Eso era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana. Oh! Divino Niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, ha sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase. ¡Ay! el espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios.

¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro!

Pénese el sol el 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran la cima de las rocas escarpadas que lo rodean. Hombres groseros, codean rudamente al Señor en las calles de

aquella aldea oriental y cierran sus puertas al ver a su Madre.

La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo unas tras otras. Algunas horas más y aparecerá el Verbo Eterno.


Aspiraciones para la venida del Niño Dios
(Gozos)

Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma
del  Dios soberano,
que a infantil alcance
te rebajas sacro!

 ¡Oh Divino Niño,
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!

¡Ah! ven prontamente
para rescatarnos.
Y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada
de José, que en lo alto
presentan al orbe
tu fragante nardo!

¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado
lirio de los valles
bella flor del campo!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David
que abre al desterrado
las cerradas puertas
del regio palacio!

¡Sácanos, Oh Niño,
con tu blanda mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente
sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!

¡Niño tan preciado,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!

¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y, en forma de Niño
da al mísero amparo!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones,
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño!

¡Niño que apacientas
con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
Bienhechor rocío,
como riego santo!

¡Ven hermoso Niño!
Ven Dios humanado
luce, hermosa estrella,
brota flor del campo.

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano!

¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!

¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos,
de ti enamorados!
Bese ya tus plantes,
bese ya tus manos!

Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro,
por quien suspiramos,
Ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto!


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